La reciente finalización de la campaña de alcohol 2024/2025 en Argentina, anunciada por el Instituto de Promoción de Azúcar y Alcohol de Tucumán (Ipaat), no solo representa un cierre exitoso de la zafra, sino también una reafirmación del papel estratégico que desempeña el bioetanol en el desarrollo económico del Norte argentino, particularmente en Tucumán.
Con una producción total nacional de 578 millones de litros de alcohol, de los cuales más de 478 millones se destinaron a bioetanol, la región productora -conformada por la provincia, Salta y Jujuy- afianza su compromiso con los biocombustibles. Pero si hay una provincia que sobresale por su protagonismo, esa es Tucumán.
Con 342 millones de litros de alcohol hidratado, lo que representó un crecimiento interanual del 28,6%- y más de 284 millones de litros convertidos en bioetanol, la industria sucroalcoholera tucumana reafirma su liderazgo productivo, tecnológico y ambiental en la región. La agroindustria local no es una actividad más dentro del entramado económico tucumano: es su columna vertebral. Genera empleo, promueve inversiones y posiciona a la provincia como un actor clave en la transición energética nacional. En un contexto mundial marcado por la urgencia climática, el bioetanol representa una respuesta concreta desde lo local a un desafío global: producir energía más limpia, más sustentable y con arraigo territorial.
El trabajo del Instituto de Promoción del Azúcar y Alcohol, dependiente del Ministerio de Economía y Producción, ha cumplido un papel significativo en esta consolidación. Ayudó a la articulación público-privada y a la ampliación de sus funciones desde 2020, el organismo no solo controla y fiscaliza la producción, sino que también se ha convertido en una fuente confiable de datos y en una referencia nacional en la materia. Este tipo de institucionalidad es clave para el crecimiento ordenado y sostenible del sector. También debe destacarse el aporte de las provincias de Salta y Jujuy, que juntas produjeron casi 236 millones de litros de alcohol hidratado, con un 23,8% de aumento respecto al año anterior. Su contribución al total de bioetanol anhidro -casi 194 millones de litros- completa un mapa regional que se proyecta al resto del país con fuerza y determinación.
En momentos en que Argentina busca consolidar políticas energéticas más diversificadas, con menor dependencia de los hidrocarburos y con una mirada federal, la producción de bioetanol a partir de caña de azúcar emerge como una de las mejores cartas del Norte Grande. Es energía renovable, pero también es empleo, arraigo, innovación y desarrollo.
El desafío ahora es avanzar hacia marcos normativos que posibiliten un mayor crecimiento, incentivos claros y políticas que reconozcan la importancia de este sector como una palanca clave para el desarrollo económico sostenible. Y una de las iniciativas es elevar el porcentaje de la mezcla de bioetanol en las naftas, hoy de un 12%. Se espera entonces un avance de la gestión política y empresarial hacia este último objetivo.